Escoge el recipiente: Procura que el recipiente tenga hoyos en la parte de abajo para evacuar el exceso de agua. Puede ser buena opción tener agujeros laterales, ya que los de abajo pueden taponarse en el contacto con el piso. Las raíces de las plantas necesitan oscuridad, procura que tu recipiente no deje pasar la luz hacia adentro. Piensa en lo que te gustaría sembrar e investiga el tamaño de sus raíces para escoger una maceta acorde.
Evita la compactación: Cuando siembras plantas de ciclos cortos puedes remover la tierra después de la cosecha y mezclar con compost nuevo. Con plantas perennes o de ciclos largos, procura que la tierra no se compacte removiendo un poco, teniendo mucho cuidado con no romper las raíces.
Construye el suelo: Puedes poner una primera capa de piedras pequeñas o ramas gruesas para facilitar el drenaje y evitar que se tapen los huecos de la maceta. Necesitarás mezclar 2 partes de compost por 1 de cascajo. El cascajo es piedra pómez partida, muy porosa, liviana. Si no puedes acceder a ese material, usa arena gruesa.
Lugar adecuado: Planifica lo que vas a sembrar. Algunas plantas necesitan mucho sol, otras sombra, otras humedad y otras un ambiente más seco. Posiciona las macetas y escoge las plantas según los espacios que tienes disponibles.
Riego: Procura regar con agua de lluvia. El cloro del agua del grifo puede matar microorganismos que aportan al suelo. Si es que no tienes otra opción, deja reposar el agua del grifo por una hora para que el cloro se evapore.
Estas recomendaciones nos ha compartido nuestra guardiana Karina Dammer, de Proyecto Atuk, Pifo.